Regresando a casa: un viaje a Armenia

Soy armenia de primera generación, que creció en los Estados Unidos. Mis padres emigraron a E.E.U.U. a principios de los 80. A lo largo de mi vida, mis hermanos y yo siempre tuvimos una fuerte conexión con nuestra herencia armenia. Nunca me consideré a mí misma como estadounidense, sino como una armenia viviendo en Estados Unidos. En 2017, viajé a Armenia por primera vez con mi familia. El primer paso que di del avión y la primera bocanada de aire que tomé de mi tierra me atrajo como un imán; inmediatamente, me sentí apegada a Armenia.

Toda mi vida, mi mente estuvo llena de pensamientos de Armenia e historias de mi familia, pero cuando la vi por primera vez enfrente a mí, tuve la curiosidad intensa de un niño; quería usar todos mis sentidos para absorber cada pedacito de mi experiencia y no descuidar ningún detalle. Ese breve viaje de diez días fue la razón por la que decidimos regresar a casa. Nos llevó cinco años planificar, preparar y llevar a cabo nuestra mudanza.

SUMERGIRME EN ARMENIA MEDIANTE BIRTHRIGHT

Mientras estaba en la universidad, investigué y encontré Birthright Armenia. Aunque no pude ser voluntaria con Birthright durante mi estadía en los E.E.U.U., tuve la oportunidad un par de meses luego de mudarme en 2022. Quería ser parte del programa, porque indpeendienremtne de lo que desee hacer, tener experiencias de primera mano proporciona la base para comprender una sociedad, su cultura y cómo ayudarla a florecer. No estás hojeando el país, sino sumergiéndote en él. Conocí a personas de muchos orígenes y todos instantáneamente tuvimos una conexión porque somos armenios. Birthright te da la oportunidad de venir a Armenia, no como turista, sino como individuo que es parte del país. Siempre dije que no soy una turista en mi madre patria. Podemos entender y conocer el marco de esta nación, los grandes y hermosos aspectos, y no descuidar los temas que necesitan ser discutidos y resueltos. Este programa te da la oportunidad y te permite evolucionar durante el proceso. Me conmueve mucho cuando escucho a algunos voluntarios pensar en quedarse a vivir en Armenia.

Mientras vivía en los E.E.U.U., siempre sentí que algo no estaba completo. Podíamos celebrar las festividades armenias y asistir a los eventos de la iglesia armenia, pero cuando esos encuentros terminaban, no quería que terminara la sensación de estar rodeado de nuestra cultura y nuestra gente. Cuando ocurrieron incidentes como la guerra de Artsaj, y estoy en el otro lado del mundo, tratando de entender qué estaba pasando, me sentí muy limitada en cuanto a lo que podía hacer. Hicimos protestas, marchas, etc, pero me cuestioné el impacto que tuvieron y me pregunté a mi misma cuán realmente pudieron ayudar a solucionar la raíz del problema. No creo en que solamente mandar dinero, ir de vacaciones a Armenia de vez en cuando, o comprar una casa de verano sea suficiente para ayudar a nuestra madre patria. Quería estar físicamente ahí, con la gente, ir a los eventos que ocurrieran, dando mi tiempo y conocimiento, y comprometiéndome con la vida. Hace seis meses que vivo en Armenia. Adquirí una comprensión del tejido de este país, y día a día, estoy aprendiendo los pasos que nosotros como pueblo podemos dar para su desarrollo y siendo conscientes al mismo tiempo, tenemos muchos logros de los que estar orgullosos.