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Arevik Miskarian
participant
23 Sep, 2022

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3 min

“Un hombre no se conoce a sí mismo hasta que se prueba. (...) el hijo de una buena familia. Criado en la opulencia, de vuelta en Europa, pasando tiempo de su vida en una contemplación espiritual. Enajenado de las personas y de su patria por mucho tiempo, de hecho, de toda la masa de la comunidad; un hombre rico y abstracto. Los elementos externos, con los que tropieza, solo aparecieron pocas veces (...) Luego viene, de forma muy marcada, la única interrupción en esta vida intelectual introspectiva. La era de la escuela militar y la guerra. Lo patriótico, que de repente desplaza lo contemplativo, no es fácil de entender. (...) La inquietud secreta, el intento de escapar de su camino de vida allanado, puede ser una explicación parcial. (...) No es, como siempre ha pensado, una persona cuya vida está volcada al mundo de lo interior. Demuestra cumplir con los requisitos de iniciativa, presencia de espíritu, liderazgo y coraje

- Los 40 días de Musa Dagh, Fanz Werfel


Entré al taxi y me arrastré hasta el asiento del coche. El conductor me hizo un gesto mientras me miraba por el espejo retrovisor. Él no quería perder nada de tiempo e inmediatamente empezó a hablarme desde el momento que puso los ojos en mí, tratando de sacar algo del viaje de 10 minutos. Empezó a hablar y hablar y hablar, empujándome a que reaccione de vez en cuando durante la conversación “Muy significativa”. Intenté hablar lo menos posible, sabiendo que los armenios de la diáspora hacen que los corazones de los conductores tengan un vuelco. A pesar de intentar mantener mi boca callada, él, de forma instantánea, sintió que yo no era de “acá”. Desde que se dio cuenta, me miró y me dijo en un tono de voz despectiva: “El otro día estaba llevando a estos jóvenes varones al lugar que se dirigían. Estos niños eran de la diáspora, y no me llevó ni un segundo de darme cuenta. ¿Vos sabes por qué? Él se pausó por un segundo, ya que estaba esperando que yo le responda, que no era el caso, claramente. “Bueno, todos ustedes tienen estas cosas rosadas, suaves, juveniles, caras lindas, sin importar la edad que tengan. Ellos son muy vulnerables. Realmente muestran que crecieron sin preocupaciones.”

Hubo un silencio por un momento, y me dí cuenta que él quería agregar algo más a ello, sentí que el clímax estaba ahí, la tensión se había creado, así que siguió, mientras alzaba la voz de manera muy teatral: “¡Pero nuestros varones!” Él tiró su mano al aire y luego la hizo caer en su regazo, “Nuestros varones son de piel muy oscura, sus caras parecen ásperas, crudas y secas. Ellos heredaron las cargas de sus ancestros. Oh, nuestros varones, ¡ellos vieron un montón”Tuve el sentimiento que me estaba recitando una pieza de una tragedia griega, y sentí cuán ansiosamente quería que mis ojos lloraran, pero no lo hice. Estaba resentido por él por hacer parecer que armenia fuera un lugar que no deberías vivir, donde hay solo dolor y sufrimiento.

Ahora mirando para atrás, estoy de acuerdo con el conductor, capaz no con su mensaje sentimental que él quería darme, sino con lo que dijo, puesto en otro contexto. Recuerdo caminar por Odzun, el pueblo donde mi abuela vivía, con mi amiga armenia de Bélgica. Estábamos hablando sobre cuán maravillosos son los armenios, especialmente los armenios que son de pueblos o que viven allí. Y no hablábamos de la belleza de la proporción áurea, estábamos hablando sobre la aspereza, de la crudeza y de la oscuridad (más adelante conecté con lo que me había dicho el conductor). Mi opinión era que la mayoría de los rostros del mundo occidental estaban suavizados, ya no podía ver el carácter en esos rostros, algo que habla, algo que vive vívidamente, algo que brilla intensamente. Sin embargo, todavía veo esas cosas en los ojos de los armenios, y siempre me ha cautivado. Y como decía Sócrates, esto se debe a que cuidamos nuestra alma, por un lado manteniendo nuestra identidad, practicando nuestra tradición, disfrutando con nuestra cultura, y por e otro lado, sabiendo qué es el dolor, simplemente siendo capaz de sentir, al no estar adormecido. El dolor es la otra cara de la moneda; es inherentemente necesario para que seamos un ser conmovedor. Y realmente quiero poner énfasis en el hecho que en el contraste que estoy intentando crear entre el Occidente y Armenia no tiene nada que ver con la dicotomía entre las clásicas definiciones entre lo bueno y lo malo. No estoy tratando de decir que todos somos buenas personas, que solo hacemos cosas buenas. De hecho, mucho de nosotros va a admitir, con las personas armenias tenes dos extremos del espectro. O tienes un corazón de oro, o sos el diablo mismo. No hay nada en el medio, lo que viene a nuestra especie.

En el Occidente, muchas personas vendieron su alma y a cambio, obtienen una alta calidad de vida sin sustancia. Esto crea un ambiente frío, donde la neutralidad y el rigor son las varas a medir de la sociedad. Sí, es cierto, es una vida cómoda en el Occidente si lo decimos así. Pero, ¿el estar cómodo te hace necesariamente feliz? Una vida cómoda es una vida aburrida. No hay desafíos que enfrentar. Vos queres algo, lo conseguis, estás emocionado capaz por un segundo o un minuto y después te aburrís nuevamente. Y recitando al cantautor Jacques Brel, yo prefiero tener una vida intensa a una aburrida. Porque cuál es el fin de vivir si no sentís nada, si no te sentís emocionado de las cosas chicas, de los gestos chicos, de la conexión que haces con la persona conmovedora que está a tu lado.



SOLO RECONOCES LA BELLEZA CUANDO VISTE LO ANTIESTÉTICO


¿Por qué te estoy contando esto, o por qué estoy pensando que esto es relevante para que lea un futuro participante de Birthright Armenia? Estoy contándote esto, porque escuché millones de veces de diferentes personas esta pregunta:“¿Por qué viniste a Armenia, tenes un mejor camino en Bélgica? Vos no deberías quedarte acá.” Y yo quiero realmente insipirarte y que te mantengas motivado, más allá de aquellas preguntas. No es fácil acá en Armenia, de hecho hay mucho para hacer, eso puedo decirte seguro. Como Sevan dice en el día de orientación, Armenia es un país real con personas reales, tal como cualquier otro país. Pero eso no debería impedirte utilizar tu fuerza y energía, para invertir en algo mejor. Le da el sabor a tu vida, te convierte en un guerrero, te da ilusión. Qué es el cuerpo humano, el alma humana, si no se utiliza para algo más grande que vos.

Buscar el balance entre lo emocional y lo racional es la clave para llegar al bienestar. Estoy de acuerdo con el porcentaje dado por Sevan, de 15% emoción y 85% racionalidad. Sin embargo, para mantener la esencia de nuestra naturaleza y mantener nuestro crecimiento interior, la existencia de una tercera dimensión es de crucial importancia. La racionalidad se refiere a nuestra cabeza, emoción se refiere a nuestro corazón y a nuestras mundanas y finitas tentaciones, y esta tercera dimensión se refiere a nuestra esencia, a nuestra naturaleza, a nuestro carácter, a nuestra valentía y coraje, a nuestra alma. La tercera dimensión se podría llamar “inborst” en flamenco, que si lo quisieras traducir literalmente, podría ser traducido como “todo lo que hay debajo de tu pecho o todo lo que hay en tu pecho”. En la terminología de la antigua Grecia podría referirse como “thymos”.

Armenia es para mí el lugar que me ofrece la más efectiva oportunidad para descubrir esa tercera dimensión en mí, que me da la chance de volver a mi esencia, de volver a mis raíces, mis fundamentos. Armenia para mí es el lugar donde puedo sentir todo lo que yo soy, soy real acá; estoy crudo en mi realidad. Y la conexión que genero con las personas acá, es la condición necesaria para mí para sentir y para sentirme vivo. No se trata tanto de comprenderlo todo, se trata más de experimentar activamente la vida y sentirla en toda su plenitud.

Yo creo que Armenia es el lugar para vos también, si estás dispuesto a ver la belleza detrás de la locura. Si estás dispuesto a ser la mejor versión de tí. Si estás dispuesto a darlo todo para crear caminos hacia el éxito. Si estás dispuesto a crear tu propia verdad y felicidad.

Existe este ciclo continuo de destrucción y reconstrucción. Un ciclo que deberíamos aceptar por su inevitabilidad y por su propósito. Entonces, propongo aceptar el desafío de seguir reconstruyendo para que podamos mantener intacto nuestro “inborst”.

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